Futurismo
En la primera década del
siglo XX un grupo de jóvenes se propuso a combatir el arte llevándolo a la transformación
del mundo real. Encontraron sentido real a las carreras de coches, el fulgor de
las lunas eléctricas, las voraces estaciones y el fulgor de las lunas eléctricas,
reconociendo el retraso de las bellas artes con respecto a la realidad contemporánea,
que estaba inmersa en avances científicos y tecnologías.
En el campo de la
fotografía destacaron los hermanos Bragaglia y sus imágenes movidas, que
ofrecen tiempos sucesivos y trayectoria de los gestos, como en Carpintero
serrando o en Joven meciéndose.
En 1914 se
presentaron también los primeros dibujos sobre una ciudad moderna de Antonio
Sant'Elia y Mario Chiattone. Sant'Elia presentó ese mismo año su Manifiesto de
la arquitectura futurista, un proyecto utópico que cristalizó en las imágenes
de la Ciudad Nueva: la nueva medida ya no era el edificio, sino la estructura
urbana, y apostaba, además, por las nuevas tipologías, como estaciones de
trenes y aeroplanos, centrales eléctricas, casas escalonadas con ascensores… Se
trataba de un nuevo mundo vertical y mecánico, conectado a través de redes de
ascensores de hierro y cristal.
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